Mi tarjeta personal… ¡ah, esa gran amiga!
Y es que a día de hoy… ¿qué empresa no cuenta con su propia tarjeta de visita para dar imagen de marca?
Han estado con nosotros toda la vida (concretamente en Europa desde el siglo XVII, ahí es nada) y a largo plazo no tienen intención de dejarnos. No podemos negar que las tarjetas de visita son el recurso perfecto para captar a un contacto en el momento más oportuno. Es una manera simple y directa para que después se acuerde de nosotros y pueda surgir una oportunidad de venta. Dicho de otra forma, no imagino trabajar sin mi tarjeta personal.
A todos nos encanta repartir tarjetas a todos nuestros contactos, los que ya nos conocen y los nuevos que muestran interés en nuestros productos/servicios, ya sea porque hemos ido a visitarlos, porque han venido a nuestras oficinas, o a través de eventos, ferias, stands, etc. De hecho, nos enorgullece ver como la persona en cuestión a la que damos nuestra tarjeta se la guarda en la cartera para…. desgraciadamente, tirarla poco después.
Y es que la realidad es que no eres el único que reparte tarjetas. Claro, como quien no quiere la cosa, el cliente se junta en su cartera con la tarjeta de visita de tu empresa pero también la del banco, la tarjeta sanitaria, la del supermercado que le ofrece descuentos muy suculentos, la del fontanero que le arregló la lavadora, la del restaurante donde comió el otro día, etc.
Por eso, no debe extrañarte que a la hora de hacer “limpieza” decida desprenderse de unas cuantas para hacer espacio. Tú también lo has hecho. ¿Acaso hay alguien que guarde en su poder todas las tarjetas que ha recibido en su vida? Por eso quizás no te guste saber que igual es la tuya la que acabe tirando. No lo digo yo, lo dicen las estadísticas.
El 88% de las tarjetas de visita que se reparten acaban en la basura en la misma semana (ver fuente).
Mal asunto, ¿no?
Pero, ¿tan fea es mi tarjeta personal que nadie la quiere?
No, no es una cuestión de estética sino de practicidad. En el momento en el que le des la tarjeta, casi con toda seguridad no necesitará de tus servicios y si los necesita pasará un tiempo, y probablemente te buscará en Internet antes que recurrir a una tarjeta de visita que igual ni conserva.
Sabiendo esto… ¿te sigue interesando diseñar, imprimir y repartir tarjetas de visita, con el costo y el tiempo que supone (sin mencionar todos los árboles que se destruyen en el proceso), sabiendo que el feedback puede no ser el que esperas?
Ojo, mi objetivo con este post no es desprestigiar a las tarjetas en papel, No olvidemos que nos han acompañado toda la vida y, como hemos dicho, tener una tarjeta de visita “a mano” puede suponer la diferencia entre un cliente seguro y una persona que te visita sin más. No, mi propósito con este post es poner las cartas sobre la mesa.
Cabe destacar que en los últimos años, con la inclusión de las nuevas tecnologías, han ido ganando terreno las tarjetas de visita digitales para dispositivos móviles. Una forma diferente de llevar la tarjeta consigo y de transmitir la información de tu empresa. ¿Significa esto que ha llegado el momento de olvidarse del papel?
Al fin y al cabo, si ya hemos sustituido los libros por el ebook, las libretas por las tablets, las agendas por el calendario de google… ¿por qué no hacer lo mismo con mi tarjeta personal en papel?
En otro post profundizaremos sobre el tema, analizando los pros y contras de las tarjetas de visita y las digitales, según diversas cualidades.
Y tú… ¿con qué te quedas?
Dejamos la pregunta al aire para que nos des tu opinión en los comentarios… ¡Hasta la próxima!